Educar a la persona moral en su totalidad - Parte 3

 

Los valores dentro de cualquier comunidad, familia, partido, empresa, religión, etc., los valores vienen a formar parte fundamental y dan credibilidad a su manera de conducirse, pues, las personas que se añaden a estos por lo regular simpatizan con lo mismo.

 

Pero no todos los valores pueden ser tomados como buenos o loables en todo tiempo, ya que hablar de valores corresponde a una definición que anteriormente mencionamos en nuestra “parte 2” de este estudio, decíamos:

 

Un valor es una preferencia permanente para una conducta en concreto o para un estado final de ser. Ello incluye tanto un claro componente cognitivo (una creencia), como un componente afectivo (la evaluación). Rokeach (1968, 1973)

 

Hace no poco tiempo una noticia nos revelo que aún existe dentro de algunas sociedades  el racismo con la creencia de que en la supremacía de la raza blanca como superior a todas las razas, este grupo en su manera de pensar, justifican en que están en su derecho de defender su raza.

 

A continuación dejo el enlace para que ustedes lo puedan ver:

 

Un documental denominado “sembrando odio” por el periodista Jorge Ramos de la cadena televisiva UNIVISION que se proyectó en el año 2016.

 

https://www.youtube.com/watch?v=eh1RgqO8GEM

 

El día de hoy 16 de agosto de 2017, nuevamente se repite la historia, se hizo pública una nueva entrevista en UNIVISION, en donde este mismo grupo racista expresa su repudio hacia otras razas,  yendo más allá saca de contexto leyes  y utiliza a su conveniencia argumentos religiosos para amparar su creencia.

 

https://www.youtube.com/watch?v=d6KYtslWhKo

 

A grandes rasgos en ambos videos trata de un grupo de personas que sus valores pudieran escucharse sinceros, sin embargo, la sinceridad no es un argumento válido cuando se viola sistemáticamente un cumulo de valores socialmente aceptados de manera casi universal y que atenta contra la integridad de otras personas o razas.

 

Es por ello, que el término valor, o los valores que deseen implementarse a una sociedad y seguirse sistemáticamente, deberán ir de la mano, de los derechos humanos: que preserven la integridad, la no violación de conciencias, y bajo argumentos que la ciencia no adulterada nos dictamine un crecimiento loable como miembros de una sociedad.

 

Teniendo esto como base, intento derrumbar la falsa idea que se tiene sobre el saber ¿quién tiene lo correcto?, un ejemplo; por más que el aborto busque justificarse de alguna u otra manera, no deja de incurrir en la privación de la vida.

 

Ahora, gran parte de los valores morales van de la mano con los derechos humanos de las personas, cada valor deberá estrictamente sumar al buen desarrollo del individuo para sí mismo y para el entorno que lo rodea; en el ámbito individual, familiar, sociedad, medio ambiente, pues juntos coadyuvan a su propio desarrollo y la preservación de su propia vida como de la tierra que habita.

 

Por otro lado, una mente equivocada no podrá producir valores morales que respeten los parámetros anteriormente escritos, como ya hemos visto en los ejemplos anteriores, y como hemos visto también a lo largo de este estudio su deficiencia es ocasionada por una falta de educación moral, su conducta expresará una gran deficiencia que dañará a la sociedad incurriendo en la violación de derechos de los demás o de un ecosistema.

 

La invitación de un servidor a todos mis lectores es practicar los valores en familia, hay muchos que podrían definirse antropológicamente como buenos para todas las personas, en su momento hablaré de los valores “espirituales” dejo algunos como ejemplo:

 

 

Beneficios de educar en valores

 

Algunos de los principales beneficios de conocer tus valores son:

 

  • Conocerse mejor, claridad mental y atención
  • Tomar decisiones y actuar con seguridad
  • Vivir con integridad
  • Saber a qué dedicar tu tiempo (tu recurso más limitado)
  • Prevención familiar; saber cuándo una persona intenta inducirnos o convencernos de optar por nuevos valores que desconocemos sus intenciones.

 

De hecho, los valores son una de las causas que te hacen tan diferente a otras personas, es el carácter que te representará ante la sociedad.

 

 

 

Razonamiento (Marwin W. Berkowitz)

 

Un problema que plantea el concluir nuestra anatomía moral con la conducta, el carácter y los valores, es la falta de una autoridad moral. Con ello quiero decir que todavía tenemos que recurrir a una base para determinar qué está bien y qué está mal más allá de la socialización que un individuo haya recibido. La pregunta: ¿los valores de quién? obsesiona en el ámbito de la educación moral (Bennett, 1991; Etzioni, Berkowitz & Wilcox, 1994; Josephson, 1993). La misma cuestión se puede aplicar al carácter, si bien en este ámbito podemos remitirnos, en teoría, a la filosofía moral para la justificación de virtudes específicas, recurso éste al que raramente nos acogemos. Tarde o temprano el individuo altamente moral, con valores morales claros y adecuados y un carácter moral, se enfrentará a una situación moralmente ambigua o moralmente paradójica.

 

Deberá entonces decidir sobre qué valor basarse o necesitará elegir entre rasgos de carácter incompatible (por ejemplo, la honestidad frente al altruismo).

 

De ahí la necesidad de un cuarto elemento, el razonamiento moral, es decir, la capacidad de razonar sobre cuestiones morales, de llegar a conclusiones morales, de tomar decisiones morales, etc. No podemos anticipar todos los posibles dilemas y elecciones morales y «programar» al individuo con los valores y virtudes necesarios para actuar moralmente en cada caso. Un agente moral maduro debe ser capaz de reflexionar sobre un problema moral y emitir un juicio moral racional al respecto. El trazado que diseñó Kohlberg (1976) de las etapas del desarrollo del razonamiento moral ofrece el mejor modelo para estudiar y educar de cara al desarrollo de un razonamiento moral.

 

Cabe destacar que Kohlberg despreció durante mucho tiempo el ámbito de la educación del carácter por su planteamiento de «saco de virtudes», acusándole de elegir, en cierto modo arbitrariamente, virtudes de entre una gran variedad. Aristóteles (1987), algo irónicamente, aducía que la virtud principal que aportaba coherencia a las demás era el razonamiento práctico, esencialmente la capacidad de razonar correctamente. Cabe destacar que, al final de sus días, Kohlberg y sus colegas intentaron una integración preliminar del modelo de virtudes con su propio modelo (Power, Higgins & Kohlberg, 1989b).

 

Además, tal como se ha observado en el apartado anterior relativo a los valores, Kohlberg y sus colegas (Power et al, 1989a) centraban mucha atención sobre la interacción de valores y razonamiento. Al analizar cómo la educación moral (en Estados Unidos) está parcialmente dirigida a promover la comprensión de la Constitución de Estados Unidos, argumentaban:

 

«Kohlberg no está abogando por una enseñanza literal de la Constitución, sino más bien ve a ésta como la representación del principio moral de la justicia, y reivindica que será mediante la enseñanza de la «justicia» como las escuelas podrán transmitir legítimamente «los valores consensuados de la sociedad». Puesto que la justicia, vista desde una perspectiva de teoría del desarrollo moral, no es un valor determinado que pueda transmitirse concretamente ni imponerse a nuestros hijos, sino que es el proceso de valoración básico que subyace a la capacidad de cada persona para emitir juicios morales» (pág. 15).

 

Este análisis está estrechamente relacionado con el argumento anterior de que los valores (normas, según la terminología de Kohlberg) están sujetos a la interpretación a través de la fase de razonamiento de justicia del individuo.

 

Por último, como se ha destacado anteriormente, Kohlberg (Kohlberg & Candee, 1984), ha discutido durante mucho tiempo la relación del razonamiento moral con la acción moral. Muchos de sus colaboradores (Blasi, 1984; Kegan, 1982; Noam, 1985) han ido más lejos en la exploración de la relación de razonamiento moral con la personalidad moral. Podemos comenzar a ver, por tanto, algunas de las conexiones entre los cuatro primeros elementos de la anatomía moral.

 

Énfasis Dr. Marcos Colín

 

Aunque creo haber adelantado algo en el apartado de los valores, añadiré mayor información acerca del razonamiento.

 

Primero veremos una definición clara de esta palabra:

 

Un razonamiento es un proceso lógico que muestra la coherencia interna de un discurso. La lógica es una asignatura de filosofía que valora la lógica interna de un razonamiento filosófico, es decir, mide el criterio de verdad y de certeza en un discurso. También existen razonamientos matemáticos que tienen una lógica numérica como muestra una ecuación científica.

Un razonamiento también es un discurso elaborado que tiene unas premisas concretas, un desarrollo y una conclusión. Premisas, desarrollo y conclusión siguen un hilo conductor que conecta con una lógica intrínseca de ese discurso.

... Vía Definicion.mx:
https://definicion.mx/razonamiento/

 

 

 

Cada parte de nuestra anatomía moral está completamente ligada a nuestra personalidad en esencia, el razonamiento de una persona deberá recorrer lo aprendido a lo largo de su vida; sus valores éticos, sociales, espirituales con la finalidad de llevarnos a determinar lo bueno o malo de alguna acción.

 

 

 

El razonamiento deberá llevarse de la mano con un valor aprendido como lo es la “prudencia”, la mayor parte de las personas y me incluyo, hemos tomado nuestras peores decisiones cuando omitimos razonar.

 

 

 

Ahora bien, volvamos al aspecto científico desde el punto de vista del Psicólogo Skinner en su ya citada teoría del “condicionamiento operante”, es a través, del reforzamiento que el individuo se ira normando cuando cada omisión de algún valor moral le lleve a un castigo.

 

 

 

Ahora, no quisiera confundir con esto, por lo cual, daré algunos ejemplos básicos de esta teoría:

 

Un reforzador o refuerzo, es todo ese estímulo que hace que la conducta que lo ha provocado aumente. Una de las distinciones que se hace en cuanto a refuerzos es el de refuerzo positivo, refuerzo negativo o castigo.

 

Reforzamiento positivo. Tiene lugar cuando una respuesta va seguida de una recompensa o cualquier otro evento positivo, y aumenta la probabilidad de que ésta vuelva a ocurrir. Es un refuerzo positivo dar un caramelo a un niño por haber concluido sus obligaciones; la conducta de hacer sus obligaciones aumenta porque el niño recibe algo que le agrada (un caramelo).

 

Reforzamiento negativo. Tiene lugar cuando una respuesta va seguida de la terminación de la incomodidad o de la eliminación de un evento desagradable. Al igual que un reforzador positivo, el reforzamiento negativo también incrementa la respuesta. Un niño acabará de comerse la sopa (conducta) con la promesa de que no tendrá que comerse el pescado que tanto le disgusta (la retirada del pescado como refuerzo negativo).

 

Es importante no confundir los términos de positivo o negativo en el sentido de bueno o malo; se habla de refuerzo positivo siempre que se reciba algo por la conducta, y se habla de refuerzo negativo siempre que se elimine un estímulo aversivo para aumentar la frecuencia de la conducta.

 

Por ultimo…

 

Castigo. Acontecimiento desagradable que hace que una conducta se repita con menor probabilidad. Lo utilizamos cuando queremos eliminar una conducta negativa. Ejemplo: puede ser el de un niño que llega tarde a su casa y sus padres le castigan sin salir el próximo día, aprendiendo que tiene que llegar a su hora. Y otro puede ser el de un hombre que tiene que coger un vuelo y lo pierde por no haber hecho las cosas con más tiempo, aprendiendo que la próxima vez tendrá que hacer algunos preparativos con más antelación.

 

 Una vez que el castigo es recibido, este reforzador nos llevará a no cometer el mismo error.

 

 

 

Hoy muchos podemos recordar con suspiro y decir, ¡cuánta razón tenían nuestros padres!    

 

 

 

 

 

Emoción (Marwin W. Berkowitz)

 

Esto nos lleva a la quinta y última pieza de la persona moral: el afecto moral. «Además de enumerar los motivos por los que las personas actúan o deberían actuar, la ética también debe prestar atención a las energías que permiten actuar a los individuos siguiendo tales razonamientos» (Samay, 1986, pág. 71). Samay considera que la emoción moral es la «raíz del dinamismo de la vida moral» (pág. 72), «la alimentación motriz general de toda conducta, la fuerza integradora de todo conocimiento y valoración» (pág. 73). De hecho resulta difícil imaginar a una persona moral desprovista de sentimiento. Vemos este tema ilustrado en la popular serie «Star Trek»; en el caso del Sr. Spock, con el resultado de la mezcla de padres humanos con sentimientos y no humanos sin sentimientos, así como en la popular visión apocalíptica de los ordenadores que pierden el control al adquirir la capacidad del afecto humano.

 

La teoría psicoanalítica basaba gran parte de su psicología moral en emociones como la culpabilidad y la vergüenza. En la sensibilidad al dolor ajeno reside el núcleo de la teoría de Hoffman (1987) de la socialización moral, y sirve de base relevante incluso en modelos derivados del desarrollo cognitivo tales como los de Gibbs (1991) y Selman (1980). Tanto Piaget (1981) como Kohlberg (1976) reconocieron la misión central de la emoción en el desarrollo de la razón. Ciertamente el grado de énfasis en el aspecto de la emoción varía de una teoría a otra. Algunos, como Piaget, la relegaron a la categoría de una fuente de energía, pero no como una guía. Otros (p.e. Caputo, 1986), argumentaron que la emoción («sensibilidad moral») precede e incluso controla a la razón moral. Por ejemplo, Caputo adopta el modelo clásicamente racional de Kant y aduce que los principios de la lógica emanan de una sensibilidad emocional anterior a otros, y no al revés.

 

Tradicionalmente existen dos grandes categorías de emociones morales. La primera engloba lo que podemos denominar las emociones de la autocrítica. Se trata de emociones de aversión que apuntan a algún tipo de autocensura o autovaloración negativa, como respuesta a un pensamiento o acción indeseable. Nos estamos refiriendo aquí a emociones tales como la culpabilidad, la vergüenza y el remordimiento. La segunda clase de emociones es de índole prosocial. Representan algún tipo de reacción afectiva ante la aflicción de los demás. Nos referimos con ello a emociones tales como la empatía y la simpatía.

 

Nuestra persona moral cuenta entonces con cinco elementos centrales: conducta, carácter, valores, razonamiento y emoción.

 

Del anterior debate se debería desprender con claridad que estos cinco elementos no son simplemente dimensiones independientes a añadir. Ser una persona moral representa contar con estos elementos y poseerlos en equilibrio y armonía, trabajando juntos.

 

 

 

Énfasis Dr. Marcos Colín

 

Es aquí en donde el Psicólogo, Marwin W. Berkowitz, llega al final de esta anatomía moral, sin embargo, recordemos que un servidor ha añadido el término “espiritualidad” en donde desarrollaremos todo un extenso estudio en nuestra cuarta parte.

 

Ahora bien, es cierto, que el punto de emoción ha sido bien desarrollado por el psicólogo Marvin y sus fuentes citadas, permítame ofrecer algo más para nutrir este concepto.

 

 

Emoción.

 

Del lat. emotio, -ōnis.

 

1. f. Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática.

 

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Diferencias

 

Algo que no podemos despegarnos como nuestra piel, son esas características que nos hace parecer humanos, pues, que sería de nosotros dejar de sentir emociones.

 

 

La emoción forma parte de nuestro vivir en reacción de algún acontecimiento previo, como una buena o mala noticia; la expectativa de algún resultado; conocer a alguien deseable y no deseable. La emoción, nos puede llevar a escalar y descender en el estado de ánimo, como el salto de un medallista olímpico.

 

 

La mayoría de los expertos está de acuerdo en que en las emociones hay una respuesta neurofisiológica (provocada por hormonas y neurotransmisores), que se manifiesta a través de otra comportamental (como los gestos) y una más, esta vez cognitiva, que es la que nos hace tomar conciencia de lo que estamos sintiendo. Y estas dos últimas varían según el ambiente y la cultura de cada individuo.

 

 

 

Aristóteles dijo: “El problema de una emoción no es sentirla, sino saber cómo usarla”. Según los expertos, la mayoría de nosotros estamos muy lejos de tener esta habilidad.

 

Sin embargo, las emociones difícilmente o imposible diría podemos hacer algo ante su llegada, púes, forma parte de una respuesta involuntaria de nuestro ser, y la única solución para no caer en una mala jugada de las emociones, sin lugar a dudas, es el hábito del “dominio propio” esa rama que se extiende de una conducta generada por una buena educación moral.

 

 

 

 

Marcos Colín, Ph.D